La selección de un gabinete de leales y halcones para la futura administración estadounidense, tiene para el electo presidente, Donald Trump, el posible inconveniente de que algunos sean rechazados por el Senado y obligarse así a presentar otra opción: pero el magnate está dispuesto a saltar ese incómodo paso.

Un artilugio “legal y constitucional” es formalizar el nombramiento mientras el Senado está en receso, con lo cual de forma expedita queda aprobado, lo que el próximo mandatario del país dijo estar dispuesto a utilizar a su favor, pues, aunque cuenta con una mayoría republicana en la Cámara Alta de 53 frente a 47 los demócratas, pudiera arriesgar la confirmación de los más polémicos.

Análisis de expertos concentran las posibles controversias por los cargos a ocupar en los casos de Robert Kennedy, un antivacunas alejado de los consensos científicos, como secretario de Salud; el congresista ultraconservador Matt Gaetz, investigado por sospechas de tráfico sexual y relaciones con una menor, como Fiscal General.

La excongresista demócrata Tulsi Gabbard, que se pasó al bando republicano, como directora de los servicios de inteligencia, a pesar de no tener experiencia en este ámbito, tener vínculos con Rusia y expresar admiración pública por Vladimir Putin; el veterano de guerra y presentador de Fox News, Pete Hegseth, como secretario de Defensa, y el petrolero Chris Wright, abanderado del fracking, como secretario de Energía.

Aunque el mecanismo que usará Trump tiene antecedentes cercanos en cargos menores de al menos tres administraciones anteriores (William Clinton, George Bush y Barack Obama), la magnitud del desafío no tiene precedente en la historia moderna, al emplear el artificio legal para cargos relevantes como Fiscal General o Secretario de Defensa, opinó el diario español La Vanguardia.

Washington vive una convulsión política

“Donald Trump trata de forzar las costuras institucionales de la democracia estadounidense para sacar adelante sus polémicos nombramientos”, escribió también el madrileño diario El País, lo que disparó las alarmas en los círculos políticos de Washington, quienes confirmaron la sospecha que el elegido interpreta su cómodo triunfo en las urnas como una carta blanca, agregó la fuente.

El editorial del viernes del periódico conservador The Wall Street Journal fue contundente con lo que está en juego: “La idea es anticonstitucional y eliminaría uno de los controles básicos al poder que los padres fundadores incorporaron al sistema”.

Un observador de la política estadounidense, Fintan O’Toole, dijo a periodistas que ve un patrón ahí: el del hombre fuerte al que echan del poder y protagoniza un triunfante regreso, convertido en un gobernante más radicalmente autoritario.

“Desinhibición es una palabra que ha viajado recientemente del léxico de la psicología al de la política americana”, escribió The New York Review of Books en la portada de su último número.

“Describe una patología que afecta a quienes se vuelven cada vez más incapaces de regular sus impulsos, (una enfermedad) que en la campaña se manifestó en la retórica cada vez más surrealista, vituperante y escabrosa de Trump”, precisó la fuente.

La pelota en tejado republicano

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