La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) anunció que, a partir del venidero 5 de agosto, se recuperará el ritmo diario de 35 operaciones, a un año de la drástica reducción a 22 tránsitos por los bajos niveles de sus embalses debido a la intensa sequía.

En su sitio web, la ACP explicó que paulatinamente la cuenca hidrográfica retorna a los flujos acuáticos necesarios para la navegación interoceánica y, en concordancia, se incrementaron los cruces de naves comerciales hasta 34 el pasado 26 de julio, lo que superó los pronósticos de que la normalización ocurriría en 2025.

La ruta fluvial vierte al mar 200 millones de litros de agua dulce por cada barco que la atraviesa, lo que requiere de un repositorio abundante para permitir que los navegables lagos Gatún y Miraflores, mantengan niveles adecuados que admitan los calados de embarcaciones hasta de gran porte como los neopanamax, los mayores que recorren la vía.

La cuenca hidrográfica tiene una red de ríos, afluentes y lagos auxiliares, que en tiempos normales de precipitaciones obligan a vertidos preventivos para evitar el desbordamiento del agua represada, lo que ocasionaría daños a las instalaciones ribereñas.

El Canal no puede morir de sed

Desde su paso a manos panameñas, el 31 de diciembre de 1999, la ruta interoceánica se convirtió en la base de la estrategia de desarrollo del país, de ahí que economistas y politólogos la califiquen críticamente de “economía transitista”, por la dependencia de las actividades canaleras directas y servicios asociados.

Un informe de la ACP destacó que se estiman en 4,5 % los aportes al Producto Interno Bruto (PIB) del país, tanto directos como indirectos (salarios y otros), y los gastos en sectores de servicios y proveedores; solo al cierre del ejercicio fiscal 2023, esas contribuciones fueron de 3.630 millones de dólares, de ellos 2.545 millones directo al erario.

Tomando en cuenta que el Canal es la columna vertebral del país, y atendiendo a los peligros de su funcionamiento por las intensas sequías, desde hace varios años la empresa estudia variantes para trasvasar agua desde otras cuencas, lo cual constituye una urgencia, en cuyo proyecto trabajan actualmente.

La puesta en marcha en 2016 de un nuevo juego de esclusas para barcos de gran porte consolidó la competitividad de la ruta, que ahorra a los navegantes 14.800 kilómetros y dos días de camino para cruzar de los océanos Atlántico al Pacífico y viceversa, a través del Cabo de Horno, en el extremo sur del continente.

Los ingresos por tránsito de cada una de esas naves llamadas neopanamax, en muchos casos supera el millón de dólares y en tiempos normales pueden ser de unos ocho cruces por jornada.

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