Aunque la narrativa oficial en las altas esferas de poder norteamericano sea desestimar la importancia del petróleo venezolano, lo cierto es que el hidrocarburo criollo sigue siendo un recurso estratégico para las autoridades estadounidenses.

Probablemente, ello explique tantas ambigüedades por parte de Washington, en los últimos días, con respecto al tema energético y las inversiones de empresas de ese país en suelo venezolano.

Pretensiones criminales

Por un lado en el ala de la derecha ultramontana, Eliott Abrams, exfuncionario de varias administraciones republicanas, ha criticado duramente la flexibilización de ciertas sanciones acordadas por el gobierno de Joe Biden.

Según ha denunciado el embajador permanente de Venezuela en la Organización de Naciones Unidas (ONU), Samuel Moncada, Abrams ha solicitado la destrucción de la industria venezolana.

Esto especialmente, porque Pdvsa ha levando su producción de forma sostenida. La casa matriz ya se acerca al millón de barriles por día, y de acuerdo con el presidente de la estatal petrolera, Pedro Rafael Tellechea, esperan cerrar el año 2024, en 1 millón 200 mil diarios.

Recientemente, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC por sus siglas en inglés) otorgó la licencia 40C a Venezuela. Con ello se autoriza al país a continuar la exportación y reexportación de gas licuado.

Contradicciones

No obstante, esa misma disposición prohíbe realizar transacciones en especies entre Pdvsa y otras empresas que no tengan la autorización de Estados Unidos.

Por otro lado, a fines de 2022, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió la licencia 41, que autoriza a la estadounidense Chevron, asociada con Pdvsa en cuatro empresas mixtas, a reanudar operaciones en la faja petrolífera del Orinoco.

Igualmente, recientemente un grupo de petroleros texanos emitió una carta al presidente norteamericano, Joe Biden, solicitando la devolución a Venezuela de la empresa Citgo.

La Asociación Latinoamericana de Empresarios del Petróleo (Alep) explica que el crudo venezolano es “perfectamente compatible con las instalaciones en disputa”. Y aunque no lo menciona directamente es claro que abogan por una normalización de las operaciones de la empresa venezolana en suelo estadounidense, porque las actividades de ese complejo refinador contribuirían a estabilizar un mercado interno de combustibles de por sí volátil.

Razones geoestratégicas

De otro lado, la coyuntura geoestratégica mundial, resta fundamento a la matriz de que el crudo venezolano por ser extrapesado no tenga interés para Estados Unidos. La guerra en Ucrania y las elevadas tensiones en Medio Oriente, por el recrudecimiento de las agresiones bélic